Festividad de San Fernando 2016

| 31 mayo, 2016

“De la lealtad y la nobleza” fue su lema en la vida, que fue modelo de gobernante, de creyente, de padre, de esposo y de amigo. Mucho protegió San Fernando a las comunidades religiosas amén de esforzarse porque los soldados de su ejército recibiesen educación y que en su corte se le diera importancia a la música y al buen hablar.

La indudable abnegación hacia la vida virtuosa del Santo Rey, respaldada en actos tan significativos como no combatir jamás frente a ningún Reino Cristiano, impedir sin reservas la herejía y el abuso de los poderosos del Reino, o el trato justo con que siempre distinguió a los musulmanes vencidos son hechos que prueban sobradamente su bondad de Santo. San Fernando no conoció la derrota en treinta y cinco años de reinado, convirtiéndose así en el más significado ejemplo de santo caballero cristiano, no en vano se declaraba en sus cartas “Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima y Alférez del Apóstol Santiago”.

Ya en vida, Fernando III de Castilla fue reconocido como Santo por sus coetáneos, siendo proclamado incluso por el Papa Inocencio III como “Campeón invicto de Jesucristo”. El Papa Inocencio IV al poco de morir el Rey se referiría a él con las siguientes palabras: “tan rectamente anduvo Fernando por las veredas de los mandamientos, según común opinión, que debemos pensar que fue absuelto de sus humanas flaquezas”, y, tras su fallecimiento, comenzó una incesante peregrinación hacia su tumba sevillana donde se encuentra su cuerpo, aún hoy,  incorrupto a los pies de Nuestra Sra. de los Reyes, en la Catedral Hispalense, y que no ha cesado hasta nuestros días.

La muerte del rey San Fernando constituye un ejemplo de fe y humildad. Abandonó el lecho y, postrándose en tierra, sobre un montón de cenizas, recibió los últimos sacramentos. Llamó a la reina y a sus hijos, y se despidió de ellos después de haberles dado sabios consejos. Volviéndose a los que se hallaban presentes, les pidió que lo perdonasen por alguna involuntaria ofensa. Y, alzando hacia el cielo la vela encendida que sostenía en las manos, la reverenció como símbolo del Espíritu Santo. Pidió luego a los clérigos que cantasen el Te Deum, y así murió.

San Fernando fue canonizado en Roma por el Papa Clemente X el siete de Febrero de 1671.

La Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando sigue su ejemplo y refiere al mundo la realidad humana de quien da nombre a la Orden.

Rindan honores a nuestro Rey Fernando III, el Santo.

In Deo Speravi

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